El Arado de Chuzo Motorizado. Nuevos Usos. Tercera Parte


Un problema a resolver… un poco de imaginación, el saber práctico de personas que en pequeños talleres se fascinaban con mis “locuras” colaborando por unos pocos billetes. Sí, también algo de suerte…

Palmira se hacía llamar la capital agrícola de Colombia. En su feria se admiraban las adaptaciones para las maquinarias y tecnologías importadas, que la transformación rural impulsada por la cultura agrícola de los migrantes japoneses requería. Cultivos de soya, sorgo, algodón entre otros, recubrieron muchas tierras dedicadas a ganadería extensiva de algunos adinerados. Trasfondo de muchas innovaciones; talleres que desaparecieron a medida que desaparecían también estos cultivos para abrir el camino a la industria de la caña, beneficiaria indirecta del abandono de las tierras por el miedo de los agricultores a los secuestros.

Foto No. 1

La guadaña “Beaver”, también japonesa, tenía un diseño que facilitaba las modificaciones. Una caja (Foto No. 1) que convertía 16 revoluciones del motor en una de la broca dando fuerza para romper la estructura del suelo (16/1); una entrada lateral a la caja que permitía empalmar con cuadrantes fáciles de construir las dos puntas del eje que actuaría como “cardan” girando con facilidad dentro de un tubo viejo de una guadaña inservible (el reemplazo de la guaya) el principal problema a resolver. Nada imposible de hacer con las herramientas y equipos de nuestros talleres sin futuro; bastaba un torno, algo de soldadura para hacer la transformación y algunas piezas viejas de otras guadañas. Se hizo la primera prueba en el antejardin de mi casa. Buen trabajo, muchas ilusiones. Luego, en un lote en alquiler en el trayecto a la finca para hacer una prueba no solo de la preparación del suelo si no también de los nuevos componentes de un sistema de cultivo que había que construir sobre la marcha observando las respuestas de la plantación y corrigiendo donde fuera posible corregir. Había que explorar un manejo tolerante de las “malezas” que diera estabilidad a la humedad del suelo, aportara condiciones favorables a la vida microbial y mesofauna y en el mediano plazo nutrientes al cultivo; también el uso de un abono orgánico para las necesidades inmediatas y un arreglo de la población vegetal que facilitara la poda de las malezas con guadaña para bajar los costos de mano de obra de las limpiezas, entre otras modificaciones al sistema de cultivo.

Foto No. 2

El terreno estaba cubierto de rastrojos y gramas con pendientes entre 20 y 30%. 30000 hijuelos esperaban la siembra. Empezaron de nuevo los problemas. La broca no penetraba bien y se atoraba con las raíces densas de una grama muy hábil para explorar nutrientes. Plan B, un motor más potente (Foto No. 2). Nuevo problema. Ahora la fuerza del motor producía un tirón que podía lesionar al operario cuando la broca encontraba obstáculos a su trabajo. En el entretanto se empezó a sembrar como lo hacían los piñeros que había conocido con anterioridad, a “chuzo” como los aborígenes que habitaron nuestras tierras tropicales.

Foto No. 3

Aconsejado por los trabajadores de los talleres se probaron otros tipos de brocas. El diseño de la Beaver parecía ayudar. Disponía de dos poleas que hacían la transmisión desde el motor a la guaya (Foto 3). En las conversaciones, apareció una propuesta, ¿por qué no cambiar el tamaño de las poleas y obtener una relación que mejore el torque de la máquina? De inmediato surgió el sitio donde podían construirlas de aluminio fundido, luego un tornero las acabaría de pulir. Nueva prueba en el terreno. Mejoró. La transmisión con correas amortiguaba a la perfección el golpe sobre el operario cuando había un obstáculo que impedía la penetración. Pero seguía el problema del enredo de las raíces en la punta de la broca. Debía limpiarse con mucha frecuencia haciendo perder tiempo. Había “algo” en el diseño que le impedía funcionar apropiadamente. Una hipótesis surgió mientras observaba el trabajo de un operario que perforaba una pequeña lámina de hierro con un taladro de banco. Cambiaba las brocas para aumentar el diámetro pero al comenzar hacía un pequeño punto con un punzón y un martillo para guiar el trabajo del taladro, al que denominaba “centro-punto”. Así alineaba a la perfección la primera broca. Fue el origen de una de las modificaciones más importantes al prototipo para cultivar en la zonas de pendiente. Una broca de 1″ en la punta le daba estabilidad a la penetración, importante para que no resbalara en la pendiente y tuviera algo de precisión en el sitio de entrada. La forma cilíndrica de la punta se transformó en cónica para imitar el cambio de brocas (Foto No. 4) que había observado en el operario del taller; a medida que penetraba, el hueco sería más ancho y el movimiento del operario haría el “acabado” como se observa en el primer video que se presentó sobre el tema (Algunas tecnologías para cultivar en las pendientes de las montañas).

Foto No. 4

El resto de la historia se cuenta en: Reina, J.; Herrera, O.; Quintero, H. & Chaparro, O. (2018). Transformaciones del discurso agronómico para el desarrollo de sistemas de cultivo para piña en terrenos restringidos por pendiente y sequedad. En Rodríguez, L. (ed.). La emergencia de los enfoques de la complejidad en América Latina. Tomo II. Recuperado de: http://comunidadeditora.org/la-emergencia-de-los-enfoques-de-la-complejidad-en-america-latina-tomo-2/. Se lograban entre 1800 y 2100 huecos en un día de 6 horas efectivas.

Había desarrollado y probado un equipo que facilitaría el trabajo de los agricultores de ladera. Entregué el equipo a la Universidad para que desarrollara una versión comercial… pero parece que nuestras universidades no están preparadas para esto.

Algunas diferencias con los modelos actuales:

  • Menor consumo de carburante (la modificación en la punta hace más eficiente la penetración de la broca en el suelo).
  • La colgadera sobre el hombro permite subir la broca con facilidad arrastrando material hacia afuera y permitiendo a la máquina re-acelerar para impulsar con mayor fuerza la penetración.
  • La transmisión basada en correas y poleas produce amortiguamiento de los golpes al operario cuando ocurren atascamientos causados por obstáculos como piedras o raíces gruesas. Ahora, a mis 73 años aún puedo manipularla.

Una parte de la historia falta por contar. El archivo del equipo por unos 10 años y su “resurrección” como arado de chuzo para continuar vigente en cultivos distintos a la piña. Próxima y última entrega. También, algunas observaciones muy recientes sobre respuestas de las plantas en pleno crecimiento al impacto que provoca de escasez de lluvias el fenómeno climático denominado “el niño”, aspecto de interés para mirar cómo puede la agricultura enfrentar el cambio climático

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