EL ARADO DE CHUZO MOTORIZADO Y SUS MULTIUSOS. Primera Parte


Inicialmente imaginé la hoyadora motorizada sólo para cultivar piña. Trataba de resolver algunos de los problemas encontrados en cultivos de agricultores de pequeña escala y específicamente en la variedad “manzana”, una mutación de la “perolera”, variedad criolla que se cultiva en las tierras áridas y montañosas de Santander del sur. Su traslado a la zona cafetera de suelos fértiles con lluvias bien distribuidas durante todo el año y con el paquete de manejo y fertilización “moderno” importado de Hawaii (preparación masiva de suelos con tractores, altas dosis de fertilizantes químicos, pesticidas y herbicidas) impulsado por un programa de diversificación y exportación de la Federación de Cafeteros, tensionó la genética de esta variedad provocando la mutación que empezaron a seleccionar agricultores y agrónomos hasta producir una masificación. El fracaso del proyecto de exportación inundó con la fruta las principales ciudades colombianas, creando un mercado interno que se estabilizó y desarrolló a través del tiempo¹. En el Cañón del río Dagua se producía en volumen considerable una variedad denominada “piña de agua” de buen tamaño pero con alto contenido de bromelina (servía unicamente para hacer jugos porque irritaba la boca de quien lo consumía en otras presentaciones) y era poco resistente al transporte. Demandaba como prácticas de cultivo solo la siembra de hijuelos y limpiezas según nos relataron algunos ancianos. La emergencia de la piña “manzana” destruyó las organizaciones productivas de los piñeros dagueños y entraron en crisis. Igualmente ocurrió con el otro cultivo que existía en el cañón, el fique, por la aparición de los costales de fibras plásticas.

Con la llegada de algunas personas llamadas ahora “emprendedoras”, entre ellas Alfonso Villegas, creador de tecnologías adaptativas de la llamada revolución verde a las condiciones locales y funcionarios del Incora (Instituto colombiano de la reforma agraria), se logró la recuperación de la vocación piñera de la región del cañón, proceso que ocurrió entre las décadas del 60-80 del siglo anterior.

Hacia el 2000, dos jóvenes egresados de la Universidad Nacional de Palmira² interesados en el enfoque de investigación agronómica que Michel Sebillotte estaba desarrollando en Francia y en algunos países de América Latina, reportaron el encuentro de dos agricultores que sembraban sus lotes con el sistema de chuzo con barretón en la zona piñera de Dagua. Para nosotros era sorprendente porque habíamos aprendido que era necesario mullir bien el suelo si se quería tener prendimiento de las semillas vegetativas (hijuelos) y más cuando la zona tenía antecedentes de lluvias escasas y sembraban en cualquier época del año.

Con anterioridad, hacia 1984, había sembrado un lote con unas 10000 plantas de la variedad manzana que presentó problemas de malos prendimientos en los hijuelos debido a una preparación manual con azadón deficiente y si bien mejoró un poco con fertirriegos de caldos orgánicos no llenó mis expectativas como agrónomo; las variedades perolera y cayena no presentaron ese problema. Debido a que el mullido de forma manual en suelos arcillosos que se roturaban por primera vez porque eran lotes enrastrojados³ o antiguos pastizales presentaba muchas dificultades, se difundió en Dagua la preparación del suelo con tractores en las lomas de pendientes bajas y con bueyes en las restantes. También se difundió la quema previa de rastrojos para facilitar el laboreo, una práctica que desde la lógica agronómica y ambiental era contraproducente para la conservación de los suelos.

En esa época (1984), tuve acceso a una lectura en la cual se relataba la experiencia de un ingeniero americano que había desarrollado un cilindro de los que se usan para compactar los suelos de carreteras a los que soldó unas púas que al ser arrastrado por el tractor dejaba marcas cónicas en el suelo. La palabra impronta en el título del artículo me llamó la atención pues la había aprendido de K. LORENZ y mi curiosidad me llevó a buscar el original en inglés. Mostraba el señor Dixon que la arquitectura del hueco -puntiagudo en el fondo- concentraba la humedad permitiendo que las semillas que traían los vientos nocturnos lograran germinar y crecer. Inspirado en esta información hice un pequeño ensayo con 20 semillas que sembré sobre los huecos dejados por un barreno de los que usábamos para tomar muestras de suelos. Al notar el prendimiento del 100% de los hijuelos hice construir uno más grueso para que el hueco fuera apropiado para el tamaño y crecimiento de la planta. Luego sembré alrededor de 1000 hijuelos con ese sistema.

Improntas dejadas por un barreno holandés modificado y experimento pequeño de cultivo de piña realizado con ese sistema de preparación del suelo. Fotografía J.O. Reina B (1986)

Lastimosamente la experiencia no llegó a feliz término porque el terreno fue vendido y quien lo adquirió no tenía ningún interés en los cultivos y menos en la investigación. Debieron pasar 18 años para que en otro contexto retomara estos trabajos gracias a las inquietudes de investigación de los dos jóvenes que comenté a la entrada del escrito. Así que desempolvé el barreno y sembramos 100 plantas en la finca de uno de los agricultores. La experiencia dio buenos resultados pero la roturada de esos suelos secos con el barreno era dispendiosa y demandaba mucha fuerza del operario. Ocurría ya el año 2005 cuando decidí retirarme de la Universidad debido al poco interés de las directivas locales de apoyar estos trabajos con agricultores y las propuestas de mi grupo de investigación orientado al desarrollo sostenible, eran desatendidas. En este momento surgieron los problemas y soluciones que me llevaron a la invención del equipo que ahora llamo arado de chuzo motorizado, debido a los nuevos usos que superaron el exclusivo en siembra de piña.

De ellos hablaré en la siguiente entrega.

BIBLIOGRAFIA

DIXON, R.M. 1983. Land imprinting for controlling infiltration and desertification process. American Society of Agricultural Engineers. Paper No. 83 -2514, 15p

NOTAS

¹/ Información suministrada por Alfonso Villegas, agricultor e inventor, ya fallecido.

²/ Byron Gómez y Pablo Acosta

³/ En Colombia, la expresión “rastrojo” hace referencia a un territorio que se deja sin cultivar por un tiempo considerable. Los campesinos hablan de lotes en “descanso”

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