En 2018 al agronomo australiano Tony Rinaudo le otorgaron el premio Nobel alternativo ambiental por la innovación en la reforestación de las zonas áridas de la frontera sur del Sahara. En su estrategia, la lenta, costosa y casi siempre frustrante siembra de árboles, se cambió por el trabajo con las comunidades nativas protegiendo el rebrote de arbustos o de las semillas almacenadas en los suelos que germinaban espontáneamente. En la región de Niger, las comunidades indígenas, exitósamente re-establecieron más de 200 millones de árboles.
Rinaudo, un empleado de una fundación religiosa, reorienta el trabajo de reforestación cuando encuentra avances muy lentos con los esquemas convencionales de cultivo de árboles, reemplazándolos por un camino más fácil de seguir: ayudar a la naturaleza a recuperarse. También aprovecha las condiciones de vida infrahumanas que siguen al agotamiento de los recursos naturales para activar cambios de actitudes y generar nuevos comportamientos sociales y economías viables congruentes con las tradiciones. La respuesta de Rinaudo al actual reto de la agricultura es inteligente y pragmática: investigar sistemas de cultivo y de producción que reduzcan el impacto de la agricultura y la ganadería en el cambio climático y la biodiversidad. Esto significa romper costumbres y esquemas mentales que se habían vuelto verdades inmodificables, tradiciones; también el reemplazo de sistemas de investigación burocratizados por la observación curiosa y la participación de los usuarios. Un esquema de trabajo que se puede ampliar a la producción de alimentos nutricionales y saludables sin ampliar la superficie cultivada a costa de las selvas, sin contaminar los suelos y las aguas y apoyándose en los servicios que se prestan las plantas y seres vivos entre si. De ahí que sea necesario cambiar las valoraciones culturales que se tienen de las plantas calificadas como “malezas”
En el trópico andino las cosas no son tan difíciles como en las regiones semidesérticas. Tenemos agua más o menos bien distribuida, tierras suficientes con distintos climas y altitudes que permiten distintos tipos de agricultura; grandes extensiones de selvas que proveen de agua y oxígeno a nuestras gentes, entre otras cualidades que permitirían declararnos privilegiados. Pero unas politicas erróneas, acompañadas de los intereses mezquinos propios del “sálvese quien pueda”, expulsaron a miles de personas hacia tierras enmontadas para establecer cultivos de pancoger y pastizales que se vendían luego al acaparador. El ciclo se volvió repetitivo y se agudizó con la sin-salida de los cultivos de uso ilícito. Tumbar selva se convirtió en el medio de vida de muchas familias. La riqueza del trópico permitió que la estrategia de supervivencia funcionara a cuenta del deterioro del ambiente. Pero el cambio climático, en vía de convertirse en crisis global, una situación no conocida por nuestra especie, empezará a bloquear las estrategias de supervivencia y las salidas individualistas. Nuevos acuerdos, actitudes y comportamientos deberán surgir si se quiere evitar la crisis total, caótica que se nos avecina, mucho más amplia, generalizada y terrorífica que cualquiera de las crisis económicas que hemos conocido. Lamentablemente los humanos estamos acostumbrados a reaccionar después de los eventos catastróficos. Aprender de los errores no será una opción viable para esa gran crisis ambiental si seguimos actuando conforme lo hemos venido haciendo en el último siglo.
Quiero contar a modo de ejemplo de lo que podemos hacer los agrónomos de las zonas tropicales andinas, el “trabajo” de recuperación ambiental que realiza el arbusto denominado en la región de Dagua (Colombia) “Chilca”, una especie de Baccharis que la criadores de ganado despectivamente califican como maleza. Si lo hace sin ayuda de nadie, !que tal si le diéramos la mano!. Veamos:
1. Potencial de establecimiento entre 1200 msnm (?) y 1900 (?), en zonas áridas o húmedas, químicamente fértiles o infértiles.
2. Capacidad de supervivencia sin intervención humana. Su forma de reproducción (el viento transporta millones de semillas minúsculas a los sitios más inesperados y sorprendentes, fenómeno que ocurre al menos 6 veces en el año !!!!) y su capacidad de autogenerar su nicho ecológico para desenvolver sus procesos de vida, le generan resistencia a las variaciones climáticas e incluso a las acciones humanas que buscan controlarlas (hasta el punto de que se ha ganado con méritos la denominación de “maleza”)
3. Su establecimiento crea nichos apropiados a otras especies. “Dispara” procesos de sucesión natural mejorando las condiciones del suelo para otras especies más exigentes. En mi finca permitió el establecimiento del “Chagualo” (Myrsine guianensis) y otras especies arbóreas, hábitat para pájaros dispersores de semillas, protección de las plántulas del pisoteo mientras se hacía pastoreo.
4. Regeneración de follaje, una vez florecido (por lo menos 6 veces al año, recuerdan). Esto significa la existencia de intensos procesos fotosintéticos capturadores de carbono.
5. Fácil manejo para controlar densidades en potreros o sitios de interés o para propiciar relevos generacionales. No desarrolla rebrotes cuando se corta.
Mi encuentro con La Chilca fue el producto inesperado de la necesidad intelectual de tener experiencias que respaldaran mi trabajo académico. Quería tener vivencias de economía campesina y buscaba experimentar el enfoque de pastoreo racional de André Voisin que pudiera ayudar a recuperar económicamente la finca de mi padre, una ruta de trabajo que cambió mi vida para siempre. Hoy, cuando observo miles de árboles útiles recubriendo el territorio junto a pastizales de excelente calidad, recuerdo agradecido el papel jugado en esos procesos por esta especie que aún dejo que exista en bordes de mi carreteable interno, en cercos o espacios descubiertos que requieren mejorarse. Una “maleza” invaluable!!
Planta exhuberante preparándose para floración
Floración masiva del arbusto después de un corto verano y algunas lluvias de baja intensidad
Cientos de sus hojas caen a la base de la planta e inician su descomposición para autonutrirse
Una respuesta a “Ayudando a la Naturaleza a Recuperarse. El caso del arbusto “CHILCA” (Baccharis sp). en nuestras montañas andinas”
Muy buena la experiencia. Cuales otros nombres tiene la chilca? con aprecio JGZ