SOBRE COMO ARBORICÉ MIS POTREROS DEJANDO ACTUAR LA POTENCIA DE LA NATURALEZA


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Cuando los visitantes observan mi finca desde lejos creen que ‘ Los Altos de San José del Salado’ es un bosque, pero al aproximarse los acogen unos pastizales muy bonitos poblados de árboles nativos, especialmente chagualos (Myrsine guianensis), ‘siete cueros’ (Tibouchina sp) y otros. Les explico que lo observado es el resultado de procesos naturales a los cuales fui sacando partido a medida que los iba conociendo. Era un ignorante absoluto (y sigo siéndolo) en especies forestales y la taxonomía vegetal me parecía una disciplina memorística y enciclopédica. La necesidad de disponer de troncos de árboles para multiplicar los potreros condicionaban la puesta en marcha de la propuesta de pastoreo racional de André Voisín y me impulsaban a proteger cualquier especie arbórea que apareciera. La sabiduría local me enseñó a valorar el ‘chagualo’, prolífico árbol que al cortarse rebrotaba entre 4 y hasta siete hijuelos, provocando por autocompetencia el desarrollo de varas largas y rectas. En el cerco, un árbol adulto se cortaba a la altura del poste y de su punta emergerían hijuelos que podrían proveer de postes nuevamente, igual ocurría cuando se cortaban a unos 20 cm del suelo. El ‘siete cueros’, respondía distinto: su capacidad de rebrote es limitada y requiere zonas más húmedas para emerger espontáneamente, así que debía ser más prudente con su aprovechamiento. Además de su belleza al florecer con precisión en Mayo (los campesinos también le denominan con el nombre del mes) me llamaban la atención el volumen de hojarasca que aporta al suelo permanentemente y la creación en su corteza de ‘cueros’ que se transforman con el tiempo en suelo aéreo apto para infinidad de bromelias, orquídeas y otras epifitas.

El paisaje era desolado hacia 1980, cuando empecé a reintegrarme marginalmente al territorio que me había visto crecer. Observaba el deterioro ambiental causado por pequeñas ganaderías ‘todoproposito’ que habían surgido para atender la demanda de los viajeros que hacían tránsito hacia Buenaventura. Para la época, la crisis que había provocado la construcción de la nueva carretera, estimulaba la venta de las mejores fincas a los nuevos ricos que establecían ganaderías con cebuinos para la producción de carne y hacían ostentosas construcciones. Un proceso urbanizador incipiente servía de opción a la venta de lotes cercanos a la carretera y al establecimiento de fincas de recreo, pero lo truncó la emergencia del secuestro como política y como negocio delincuencial y la respuesta paramilitar.

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Paisaje dominante en San José del Salado entre 1982 y 1989. Fotografía desde los Altos.

La historia campesina de mi familia en la región y mi postura crítica de la formación agronómica, me conducen a la decisión de dedicar mi tiempo libre a tener experiencias agrícolas innovadoras que acompañaran mis lecturas, reflexiones y discusiones y me ayudaran a visualizar un enfoque ambientalista sostenible de bajo costo para las zonas montañosas. No me atraía el ambientalismo de escritorio que proponía como UNICO uso de estas tierras la vegetación protectora o los bosques industriales. Me interesaba el mejoramiento de los modelos campesinos, la innovacion desde las tradiciones (A. Voisín), la dimensión biológica de las culturas humanas (K. Lorenz, H. Maturana), las relaciones coherentes-conflictivas entre tradiciones y cambios.

Quería experimentar la forma de incorporar la dimensión ambiental en los procesos agrícolas que se daban en las regiones montañosas de las zonas tropicales y el trabajo en los ‘Altos’ me brindaba una oportunidad excepcional. Trabajo que debía hacer con muchas restricciones, sin subsidios, sin créditos y en mi tiempo libre de fines de semana.

El paisaje de la finca era contrastante: de una parte potreros muy limpios pero con micay ‘engramizado’ por el pastoreo semi permanente, de otra, rastrojos de un helecho que cubría extensas zonas e impedía la expresión de otras formas de vegetación. Alguno que otro chagualo aparecía en cercos y un arbusto grande y retorcido acompañaba esporádicamente los helechos. Los campesinos le llamaban ‘chilca’ y debió ser muy dominante en otras épocas porque dio nombre a un lugar cercano a San José del Salado: ‘El chilcal’.

Este arbusto, considerado maleza de potreros por los ganaderos, me llamó particularmente la atención. Crecía rápido y podía llegar a alturas mayores de 5 m ; invadía con facilidad un territorio por la cantidad de semillas que producía y transportaba el viento constante y fuerte de los ‘Altos’. Decidí convertirlos en solución transitoria mientras sembraba árboles en los cercos. También valoraba la cantidad de hojarasca que transfería al suelo mejorando su fertilidad. Los campesinos la consideraban una maleza fácil de erradicar porque no rebrotaba. Empecé a proteger esta especie en las limpiezas de los potreros y fueron convirtiéndose con el tiempo en su cobertura arborea, como se observa en una foto de 1994.

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Hacia 1996, los arbustos de Chilca, estaban cubriendo muchos potreros

Un día observé con sorpresa una proliferación de arbolitos de chagualo o ‘mamey’. Las chilcas habían servido de percha y protección de pájaros que dispersaban las semillas de algunos árboles de los cercos. Trasplanté unos 30 a un cerco cercano pero crecían muy lento. Los arbolitos que crecían en la base de las chilcas se beneficiaban de su rizosfera, de sus mejores condiciones de fertilidad, sombra y protección del pisoteo animal. El personal que hacía las limpiezas fue instruido entonces, para dejar cualquier arbolito que apareciera. En las zonas más altas se empezó a observar abundante ‘siete cueros’ (Tibuchine sp) que también se protegió.

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En 2006, la mayoría de los potreros tenía provisión de arboles, especialmente “Chagualos”

En la actualidad ha empezado a proliferar otra especie aún no identificada, de crecimiento excepcional y masiva difusión, ideal para arborizar potreros por su copa de hojas finas que permite el paso de la luz a los pastizales y de un porte lineal excepcional. Aún no sé si rebrota después del corte como hace el chagualo, pero su proliferación a partir de semillas que dispersan las aves supliría esta ausencia.

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Especie N.N. en observación y protección

Mi experiencia parcial con algunos de los árboles que la potencia de la naturaleza ha ido propagando en los potreros, me indica que el manejo de la ganadería con criterios de protección ambiental ayuda a aumentar la ocupación del suelo por las raíces de yerbas, arbustos y árboles que a la vez sirven de refugio a bacterias y animales que viven en los alrededores de las raíces (rizosfera). Este tipo de manejo también ayuda a filtrar la radiación solar de manera que alcanzan las semillas de la superficie o de las primeras capas del suelo las longitudes de ondas que despiertan los procesos germinativos. Así, las pasturas nativas, más generosas en el copamiento del espacio que las africanas introducidas, si se acompañan con limpiezas selectivas, harán solas el trabajo de arborización. Un poco de tolerancia en algunos momentos con procesos de enrastrojamiento también es necesario. Hoy, en mi finca de ‘ Los Altos’, cuando requiero postes para el mantenimiento de los cercos ( de púas o eléctricos ) o para construcciones, camino unos cuantos metros y escojo los más apropiados. Se han convertido en la infraestructura que hace viable la existencia de 180 pequeños potreros entre 1000 y 1500 m² y creado la oportunidad de reflexionar (con la ayuda de una aplicación que uno de mis hijos elaboró para poder tener control sobre el volumen de información que se genera) sobre los periodos de ocupación, descanso y estrategias de manejo del pasto micay e imperial, pasturas nativas en vías de extinción por las introducciones masivas de las pasturas africanizadas, más simples de manejar y con mejor apoyo investigativo. Hacia 1989 escasamente podía sostener con muchas dificultades 18 potreros. El vídeo de la próxima entrada ilustra la forma como el comportamiento reproductivo de la CHILCA, le permite copar con facilidad un territorio.


3 respuestas a “SOBRE COMO ARBORICÉ MIS POTREROS DEJANDO ACTUAR LA POTENCIA DE LA NATURALEZA”

  1. hola! Otto la ganadería silvopastoril es una acción humana que hoy nos apoya proteger el ambiente y obtener alimento sano para los animales y el hombre, así la vida recupera sentido para lo humano que aún nos queda por construir y desarrollar
    gracias por el esfuerzo aparentemente aislado pero que el país muchos te acompañamos.

  2. Excelente Otto. Seguimos aprendiendo y sorprendiéndonos de la dinámica del medio natural cuando es influida por el hombre con criterios de sostenibilidad ambiental local.
    Un abrazo.

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