No es fácil introducir cambios en los sistemas de cultivar de los agricultores ya que la mayoría de las veces provocan reacciones en cadena en otros componentes que demandan a su vez modificaciones. Años de experiencias y aprendizajes permiten construir sistemas de acciones técnicas muy coherentes entre sí y el contexto en el que se desenvuelven. La relación exitosa entre objetivos buscados y resultados también produce apegos. Pero pareciera que en muchos cultivos tropicales que usan distancias entre plantas que facilitan el uso de guadañadoras de arnés no es difícil instrumentar la práctica de usar las ‘malezas’ como cobertura para mejorar la vida del suelo; el mejoramiento de la fertilidad, la disminución en los costos de fertilizantes de síntesis química y los aumentos en productividad y por lo tanto de los ingresos pueden ser atractores de interés para los agricultores que no son ambientalistas. Jairo lo está mostrando con su experiencia en esta parte de la conversación. En sus interacciones con otros agricultores utiliza estrategias gradualistas muy convincentes y creativas que mueven los cambios hacia situaciones deseables respaldadas por su propia experiencia exitosa producto de años de investigación personal, apoyada en conocimientos de ciencias. No son recomendaciones de ‘escritorio’. Usa como criterio de validación la observación detallada de los cultivos en sus expresiones locales.

Su ruta de trabajo es una de las tantas posibles y lo importante es que se mueve hacia la sostenibilidad en ‘el mundo real’, aquel mundo que vivimos a diario con nuestras construcciones personales, nuestros imaginarios, ideales, deseos, percepciones que dan sentido a nuestra existencia.

En esta parte de nuestra conversación Jairo hace un relato de la manera como integra lo que denomina “Manejo razonable de malezas” con otras prácticas agrícolas que su sistema de producción pone a funcionar para obtener rentabilidad siendo amigable con el ambiente. Se declara partidario de la agricultura hidrológica mostrando flexibilidad en el uso de sus principios. Pero dejemos que sea con su expresividad propia de ‘valluno apaisado’ que nos lo cuente.

Arranquemos entonces con esta última parte.